
La ascensión por las escaleras es lenta y, en ocasiones, los peldaños crujen furiosos como si fueran a derrumbarse de un momento a otro. No hay ventanas ni pisos intermedios. A medio camino, un agente descubre el extremo de lo que parece ser una vieja cuerda trenzada de hebras amarillas y blancas. Siguen el rastro hasta llegar al último piso.
Al entrar, una mujer de mediana edad y rostro ajado, propietaria de la larguísima trenza que han estado siguiendo, les sonríe con amabilidad. “Esa vieja bruja me mantuvo secuestrada durante años”, les cuenta más tarde frente a una taza de té, “y por si fuera poco todos los días me obligaba a cepillarme el pelo cien veces”, añade. El inspector asiente y, al observar de reojo el musculoso brazo derecho de Rapunzel, comprende cuál ha sido el arma homicida.
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(Nota de Eva: Aún sigo con el cuento que os comenté, soy un desastre organizativo :-S)
6 comentarios:
Jejeje, eso, las heroïnas de los cuentos se rebelan, me gusta :-D... A ver que hace Blancanieves, miedo me da.
OEF!
Mono tenía yo ya y todo, niña...!
Y por lo del cuento no te preocupes, esperamos lo que haga falta!
Saludos.
Parece que la trenza anuncia la presencia de la homicida y su arma poderosa. Aquella debía ser una torre como las que utilizaban los nobles medievales para encerrar a las damas.
Me gustó el relato y tu sencilla forma de narrarlo.
Besos
Bueno, por si algunos no conocéis el cuento de Rapunzel, aquí os dejo una pistita:
http://es.wikipedia.org/wiki/Rapunzel
Saludetes :-)
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