"Era la más dura de su oficio, fría, implacable, acostumbrada a ganar. Sus rivales la temían, sus colegas masculinos querían parecerse a ella, sus jefes barajaban hacerla socia del bufete. Pero todo terminó el día en que la abogada salió llorando al pasillo y, ante la mirada incrédula de la recepcionista, empezó a patalear en el suelo como una niña enrabietada. Mientras, en su despacho, Blancanieves y el príncipe firmaban sin mirarse los papeles del divorcio".
-------------------------------------------------------------------
(Después de leer esto, yo también sentí cierto desencanto, para qué negarlo)
Kong
Con motivo de la exposición "King Kong solidario", que se celebrará en el próximo Festival de Sitges, nos han pedido a varios escritores que escribamos uno o dos microrrelatos para acompañar las ilustraciones que forman parte de este acto benéfico. Y yo, es que no lo puedo evitar, sigo en mi línea rarita...
De la casa de la abuelita ya sólo quedaban los escombros, aplastados bajo la huella de un inmenso pie. El gorro de dormir de la anciana flotaba en el aire, dibujando lentas curvas en su descenso. Inmóvil, contemplando con asombro la escena, la niña de rojo no sabía muy bien cómo reaccionar.
“Ab... abuel... ita... qué oj... os más grand...”, empezó a decir, pero el gorila gigante no la escuchó. Alargó su monstruosa mano hacia ella, con la mirada fija en sus trenzas rubias, rubias...
Desconcierto
De la casa de la abuelita ya sólo quedaban los escombros, aplastados bajo la huella de un inmenso pie. El gorro de dormir de la anciana flotaba en el aire, dibujando lentas curvas en su descenso. Inmóvil, contemplando con asombro la escena, la niña de rojo no sabía muy bien cómo reaccionar.
“Ab... abuel... ita... qué oj... os más grand...”, empezó a decir, pero el gorila gigante no la escuchó. Alargó su monstruosa mano hacia ella, con la mirada fija en sus trenzas rubias, rubias...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)