Filosofía

Elisa, 16 años, morena, complexión mediana, miope y filósofa no consciente, se sitúa en una esquina del aula para analizar la evolución del ser humano desde una perspectiva no darwinista. Se abstrae del caos, entendido aquí no como teoría, sino como cuarenta adolescentes chillando y armando escándalo. Sillas arrastradas, gritos, carreras, persecuciones y risas.

Elisa empieza concentrando su atención en la empollona guapa de pómulos altos. Tímida pero popular. Delgada y tal vez demasiado alta. Piernas frágiles, casi quebradizas. “Eres una hermosa avestruz”, oye que dice una voz dentro de su cabeza. La empollona observa sonriente la juerga de sus compañeros dudando sobre si participar o no. Sus hormonas le piden guerra. Su cerebro no sabe procesar tales excesos. Por fin, se ríe y da un par de saltos torpes, desgarbados, ridículos. “El listo tratando de integrarse en la masa. No es fácil”, piensa Elisa.

Su mirada se dirige hacia una joven pelirroja y regordeta que mira por la ventana, ajena al jolgorio. A Elisa le parece curioso cómo lo que te hace inmensamente popular a los 11 años puede convertirte en una apestada social a los 16. O en una friki. "Ya sabes, cosas como saberse de memoria la banda sonora de La Sirenita o ser experta en la filmografía de Disney”.

Luego observa a la rubia esbelta que coquetea con dos chicos junto a la puerta. Elisa es la única que sabe que la marginada y la estrella de la clase son almas gemelas. No se lo ha contado a nadie. Piensa: “Es sorprendente cómo unos gramos de más en el pecho y el tinte adecuado pueden hacer que la sociedad te acepte, aún sabiendo que coleccionas Barbies y que tu color favorito es el rosa”.

Rosa. Allí está, asintiendo enérgicamente a las palabras de un energúmeno alto, flaco y feo que habla como si estuviera sentando cátedra sobre la vida. “Ah, amigos, la vida”, y la mente de Elisa mastica con furia estas palabras, “es detestable cómo el hecho de que adoptes un aire atormentado e interrumpas cada dos por tres a la profesora de Filosofía para aburrirla con tus ridículos pensamientos te convierta en un sabio fascinante a ojos de los demás”.

Ah, sí, la vida. A veces a Elisa le gusta detenerse en medio de esa carrera frenética para trepar a donde sea y mirar a su alrededor. Luego se baja, derrotada, y piensa que sólo somos pérdidas de tiempo con patas y conciencia. Y que tal vez deberíamos morir. Liberar al mundo de nuestra estupidez. Y siente odio hacia sus semejantes. Especialmente hacia aquellos comprendidos entre los 14 y los 17 años.

Después recuerda que sólo es una adolescente inadaptada. Que sus compañeros crecerán y que todo irá bien.
Se lo han prometido.
Y sigue adelante. Como todos los demás.

Regreso a casa

El comisario se recuesta en su silla y, tras acomodarse, saca un cigarrillo y lo enciende. Mientras exhala el humo, observa a la pálida joven que, sentada frente a él, se retuerce las manos con nerviosismo. Es tan guapa... tan delicada... que siente pena. Antes de llamar al juzgado de menores, piensa, tal vez sea mejor repasar de nuevo esa historia inverosímil.

- Veamos, así que dice usted que ha apuñalado a su exnovio y a la compañera de éste...
- No, se equivoca. No era mi novio. Nunca lo fue.
- Pero usted ha dicho...
- Sí, yo le quería, estaba enamorada de él.
- ¿Y él le había prometido matrimonio?
- Estaba a punto de hacerlo, hasta que apareció ella.
- Entiendo. Entonces fue un crimen pasional.
- No, señor. Yo quería que fueran felices. Pero debía regresar a mi casa.
- ¿Pero, entonces...?
- Necesitaba su sangre para volver, ¿entiende? Sólo les iba a hacer un cortecito mientras dormían, pero se despertaron y empezaron a gritar y...
- Sí, eso ya lo he oído, pero ¿por qué necesitaba su sangre? ¿Y para qué se la restregó por las piernas?
- Oh, pues para deshacerme de ellas, claro –la chica palmea sus vaqueros- Ella me dijo que tenía que hacerlo así cuando se casaran.
- ¿Ella?
- La bruja. Y ahora que ya he recuperado mi voz, tengo que irme a la playa antes de que anochezca, para que el hechizo surta efecto al mojarme. De verdad que siento mucho todo lo que ha ocurrido...

La joven se incorpora y comienza a tararear una canción. Una prueba más de su demencia, piensa el comisario. Hay que arrestarla y encerrarla lo antes posible. Pero, en lugar de eso, sonríe amablemente y la acompaña a la puerta.

Después, se sienta y se duerme. Sueña con peces, con el mar, con lo maravilloso que sería sumergirse en las profundidades del océano...
Y no volver a salir jamás.

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Nota de Eva: De todos los cuentos de Andersen, éste es el que me pone de peor humor. Me parece tan mal que, después de haber renunciado por él a su voz y a su vida, el príncipe abandone a la sirenita, que he decidido revisitar este clásico. Ambientándolo en el siglo XX y con una sirenita algo más avispada, claro ;-)

¿Tuviste miedo cuando...? (III)

(Si no sabes de qué va esto, pincha aquí)




... Estabas solo en casa, viendo la tele. Sonó el teléfono. Lo cogiste, pero no contestaban. Silencio. Colgaste. Minutos más tarde, volvieron a llamar. De nuevo, silencio. La tercera vez, una carcajada resonó al otro lado de la línea. Y la voz dijo: “Estoy detrás de ti...”

Por tu mente cruza un relámpago que dice “EsminoviaomiamigoRaúloelvecinogastándomeunabromaporfavordiosmío” al tiempo que te giras rápidamente esperando que unas manos agarren tu cuello o de un momento a otro el filo de un cuchillo se clave en tu espalda. Pero no hay nadie. El salón está vacío, la tele encendida, el cigarrillo humeando. Los latidos de tu corazón asustado te sacuden violentamente el pecho, bumbumbumbumbum, jadeas y acercas la boca al auricular para insultar a ese bromista cabrón.



Pero, entonces, del teléfono sale un alarido horrible, angustioso, un grito de dolor y terror, golpes, ruido de forcejeo y alguien que chilla “noporfavornoporfavor”. El vello de los brazos se te eriza, un escalofrío surca tu espalda y te quedas sujetando el auricular sin saber qué hacer; gritarle que pare, pero entonces sabrá que se ha equivocado de número y vendrá a por ti; colgar y llamar a la poli, pero qué les vas a decir, ¿que un psicópata te ha telefoneado a ti por error mientras acechaba a su víctima? ¿Que se ha dejado el móvil encendido, en serio, vengan a mi casa a escucharlo, que no tengo botón de rellamada?

Y mientras los gritos, los golpes, la lucha...el “noporfavor” resonando en el auricular...

Y tú ahí, sin saber qué hacer...

¿Colgar, tal vez?

Cuarta parte

La torre

El inspector se arrodilla junto al cadáver de la anciana. Su rostro presenta un enorme cardenal morado junto al ojo izquierdo. “Es evidente que el asesino la golpeó con un objeto contundente y cayó escaleras abajo. No hemos encontrado el arma, aunque está claro que nadie podría sobrevivir a una caída así”, señala el forense. En efecto, la torre tiene una inmensa y estrecha escalera de caracol que se eleva hasta donde alcanza la vista.

La ascensión por las escaleras es lenta y, en ocasiones, los peldaños crujen furiosos como si fueran a derrumbarse de un momento a otro. No hay ventanas ni pisos intermedios. A medio camino, un agente descubre el extremo de lo que parece ser una vieja cuerda trenzada de hebras amarillas y blancas. Siguen el rastro hasta llegar al último piso.

Al entrar, una mujer de mediana edad y rostro ajado, propietaria de la larguísima trenza que han estado siguiendo, les sonríe con amabilidad. “Esa vieja bruja me mantuvo secuestrada durante años”, les cuenta más tarde frente a una taza de té, “y por si fuera poco todos los días me obligaba a cepillarme el pelo cien veces”, añade. El inspector asiente y, al observar de reojo el musculoso brazo derecho de Rapunzel, comprende cuál ha sido el arma homicida.

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(Nota de Eva: Aún sigo con el cuento que os comenté, soy un desastre organizativo :-S)

Telegrama

Querida mamá stop todo bien stop plan funciona stop solterones mordido anzuelo stop mina localizada stop entrada secreta por montaña stop diamantes a miles stop iniciar maniobra distracción stop ciruelas dan diarrea, mejor trae manzanas stop besos stop Firmado: BLNCNVS

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(Nota de Eva: Estoy preparando un cuento que publicaré en breve. Espero que, mientras tanto, este otro os sirva de aperitivo. Besos)