Mediodía en el viejo cementerio judío de Praga. Sara apoya la espalda en una de las centenares de lápidas que se apilan en el césped. Hace calor. Suspira.
- ¿Vas a hacer la foto ya, o qué?– pregunta.
Eva frunce el ceño mientras la observa a través del visor de su cámara.
- Aún no, estoy esperando a que se vayan esos dos tipos de ahí– responde.
Los dos ancianos que están detrás de Sara se vuelven y, con una tímida inclinación de cabeza, se apartan a un lado.
- Genial, graaaciaaaaas– canturrea Eva mientras capta la instantánea.
Chac chac.
Sara se incorpora y echa a andar rápidamente hacia la salida.
- Corre, vamos, que mamá y papá ya se van– exclama.
Eva la sigue mientras revisa las fotos almacenadas. Los ancianos miran alejarse a las dos hermanas. El más alto sonríe y habla a su compañero en lengua yiddish.
- Desde luego, estas nuevas cámaras digitales son fabulosas.
- Y que lo digas... ¿te has fijado en que al levantar la vista de la pantalla no ha notado que no podía vernos?
- Estos turistas sólo ven lo que quieren ver. A nechtiker tog!
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(Foto: Eva D.R. Una pena que al final no salieran aquellos fantasmas ;-)
2 comentarios:
No solo los turistas, no solo los turistas...
Interesante relato
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