“Cuentan que, en el principio, los Primeros extendieron su dominio por todo el planeta y dejaron sin colonizar la superficie terrestre, por ser la menos vasta y la menos rica de las tres. Los marinos se adueñaron de los océanos y de sus criaturas, mientras que los celestes se apropiaron de los cielos, los picos y las cordilleras más altas e inaccesibles...
... Durante milenios, ambas razas convivieron en paz y armonía. Y aquellos que se atrevieron a desafiar las estrictas leyes que garantizaban la paz entre los dos mundos fueron severamente castigados y expulsados de sus territorios. A los rebeldes celestes se les cortaron las alas y se les condenó a vagar sin rumbo por la tierra, mientras que a los marinos se les impuso una dolorosa existencia como anfibios en los terrenos inhóspitos de la costa...
...Y así sucedió que se mezclaron los ejemplares más impuros de ambas razas, dando lugar a un nuevo género más agresivo, bípedo y peludo. Aterrados, los marinos y los celestes contemplaron cómo esta nueva especie se propagaba de continente a continente, reproduciéndose, conquistando, guerreando y matando...
Cuando los terrestres, olvidados de sus orígenes, comenzaron a extender su imperio por mar y aire, los Primeros establecieron un nuevo pacto. Durante tres días y tres noches, un gigantesco remolino de agua, semejante a un horrible tornado, permaneció inmóvil sobre un punto situado en el centro del Océano Atlántico. En su seno los emisarios de ambos mundos debatían la manera de protegerse de los terrestres...
... Finalmente, convencidos de que, por su naturaleza salvaje, los terrestres estaban condenados a la extinción, los Primeros decidieron esperar a que el destino siguiera su curso. Los marinos se retiraron a las aguas abisales, donde permanecen sumergidos en una oscuridad eterna. Los celestes volaron hasta las montañas más inhóspitas, donde el blanco de sus alas se confunde con el manto de nieves perpetuas que los rodea...
... Y así fue como los seres humanos, creyéndose solos en el Universo, dejaron de creer en ángeles y en sirenas para relegarles al terreno de la fantasía y de los cuentos, ignorantes de que, algún día, ellos mismos se convertirán en leyenda...”
6 comentarios:
Efectivamente, los humanos somos tan ignorantes...
Muy interesante y ocurrente.
Un abrazo.Ligia
Qué febril tu actividad estival, ¿no?
Un beso
Pues igual de febril que la tuya, Ferlimabir ;-) Que aunque no te deje comentarios te sigo de cerca, eh? Jijiji... :-P
Siempre entro en tu blog expectante ante nuevas historias y nunca me siento defraudada. Una vez más, una historia fantástica.Felicidades
Gracias Beatriz!!
Ahora en verano tal vez actualice con menos frecuencia por las vacaciones y porque estoy terminando varios cuentos largos, pero trataré de seguir publicando nuevas historias.
Un abrazo!!
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