Tengo que terminar este relato algún día

Bueno, este es el comienzo de un relato que empecé hace ya varios siglos y que aún no he terminadooooooo!! Mientras me llega la inspiración, aquí tenéis el primer párrafo en exclusiva para todos mis fans (es decir, esos entrañables cuatro gatos). En fin, ahora que lo releo, igual es un poco cursi...

"Cada vez que alguien se lo rompía, ella recogía con cuidado todos los pedazos de su corazón y se sentaba en un rincón de la cocina a remendarlo pacientemente. Escogía la aguja con precaución, mirando que no fuese demasiado gruesa, pues dejaba señales; ni demasiado fina, ya que podría quebrarse en dos y causar más dolor del necesario. Además, el hilo debía ser resistente e invisible, para que no se notasen las hebras que cruzaban de un ventrículo a otro, uniendo en intrincado dibujo el bien más preciado de su vida. Una vez elegidos los materiales de su costurero, se acomodaba las gafas, se acercaba a la chimenea para aprovechar el calor, e iniciaba la penosa tarea de recomponer los trozos, antaño hermosos y hoy marchitos, de sus entrañas."

7 comentarios:

Marc R. Soto dijo...
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Martha dijo...

Eva! ¡ánimo con ese cuento, que me gusta mucho el principio! Un beso, Martha

Marc R. Soto dijo...

Suscribo lo dicho por Martha: ¡Termínalo! :D

Eva dijo...

Lo haré, lo haré... Prometido ;)

Anónimo dijo...

A ver qué te parece esta continuación:

"Pero aquella vez, veintiséis segundos después de terminar esa tarea ya insípida y rutinaria (válvula tricúpside con ventrículo derecho, válvula pulmonar y válvula mitral con ventrículo izquierdo, aurícula derecha, aurícula izquierda, unir a las venas cavas y pulmonares y soldar con las arterias pulmonares y aorta, una y otra vez), descubrió que faltaba una pieza. El corazón se movía con diástoles muy hermosas y potentes, expulsando sangre con rítmica alegría, pero las sístoles habían desaparecido. Miró en todos los armarios de la cocina, ordenó y desordenó el costurero; incluso abrió y cerró hasta diez veces el cubo de la basura, descubriendo, eso sí, varios miocardios y marcapasos que le habrían sobrado de operaciones anteriores (que aprovechó para colocar en la bolsa de reciclado). Era inútil: las sístoles no estaban y, lo más extraño, no se observaban muestras de que hubieran estado allí antes. Sí que las recordaba, cómo olvidarlas, aquellas contracciones acompasadas que ensanchaban el corazón y lo embutían de mala sangre, angustias, remordimientos y desasosiegos. Pensándolo bien, nadie las echará de menos. Y cerró de forma definitiva la caja torácica".

Anónimo dijo...

Me alegro de haberme sido sometida a la presión de la autora...."Métete en mi blog...¿te has metido ya?....oye, ¿por que no te metes ahora en mi blog?...."
Asi que, ahora cumplo con mi obligación,
enhorabuena, porque...pese a que ahora necesito un chute de Vispring (ojos rojos ordenador) también me has despertado los sentidos, la imaginación y alguna que otra sonrisilla...
No sabia que los tortellini de ricota, empanadillas chamuscadas, chino products...tenian un efecto tan beneficioso en la mente creadora de la gente. Me pondré en contacto con la OMS.
BESOS
Pilar

Madalina dijo...

Hola .
Acabo de encontrar este blog y me ha gustado el principio del relato, estaría bien leerlo terminado . :)