
"Era la más dura de su oficio, fría, implacable, acostumbrada a ganar. Sus rivales la temían, sus colegas masculinos querían parecerse a ella, sus jefes barajaban hacerla socia del bufete. Pero todo terminó el día en que la abogada salió llorando al pasillo y, ante la mirada incrédula de la recepcionista, empezó a patalear en el suelo como una niña enrabietada. Mientras, en su despacho, Blancanieves y el príncipe firmaban sin mirarse los papeles del divorcio".
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(Después de leer esto, yo también sentí cierto desencanto, para qué negarlo)