Error crucial

Cuando el Diablo envió a su hijo a la tierra, no supo prever que José y María serían tan buenos padres.

Una buena mujer

No dije que lo sabía. La dejé instalarse en la habitación de huéspedes y me aseguré de cobrarle dos meses de alquiler por adelantado. Mi hijo la observaba de reojo, mientras ella ordenaba sus trastos canturreando con voz cristalina. Me dio lástima que fuese tan bonita, con aquella piel tan suave y esos ojos de cierva, pero la nariz era inconfundible. Le llevé una cena ligera a su cuarto y le devolví la sonrisa antes de cerrar la puerta. Después avisé a las SS y, satisfecha, me senté a tomar un té.

(Sí, me he vuelto a enganchar a Relatos en cadena, qué le vamos a hacer ;-)