¡Olé!

Quien la sigue la consigue, que dicen por ahí. Mañana martes, sobre las 10.30, podréis escuchar mi voz temblorosa en "Hoy por hoy", mientras el jurado de "Relatos en cadena" delibera sobre mi microcuento y el de los otros dos finalistas. ¡Deseadme suerte!!
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Actualizo para dejaros aquí el cuentito en cuestión. Al final solo quedé finalista, pero la ilusión no me la quita nadie. ¡Besos a todos!

Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños. Miré fijamente sus cinco caritas redondas, tan diferentes entre sí. Después, me acerqué a la habitación. Marga dormía, agotada tras nuestra última discusión. Las huellas de sus lágrimas aún eran visibles en la penumbra del cuarto. Deseaba una hija, me había dicho durante la cena, estaba harta de vivir rodeada de hombres. Suspiré, y saqué mi viejo traje del armario. Había llegado a pensar que no volvería a necesitarlo. Me coloqué el pasamontañas y besé suavemente su rostro antes de salir. Esta vez escogí un vecindario aislado. Y un saco más pequeño.

Runas

Jamie aprieta con fuerza la mano de su abuelo mientras el anticuario da vueltas a la esfera metálica y pasea la lupa por su superficie. “No es oro”, concluye tras unos minutos, “pero las runas que tiene grabadas son interesantes, tal vez aztecas o mayas…” El anticuario, un hombre menudo y miope, acaricia el metal ajado, arrancando débiles destellos. Jamie guarda silencio y el abuelo carraspea, incómodo. “¿Dónde la encontraron?”, inquiere el anticuario. “El chico la descubrió”, responde el anciano, “estaba cavando en el patio trasero del rancho. Iba a enterrar a su perro, ¿sabe? Anoche un coyote se coló por nuestra valla”.