La mano

Esta mañana me he despertado con un cosquilleo en mi mano derecha. Era como un hormigueo que la recorría de arriba a abajo, rodeando los nudillos, acariciando los dedos y rozando las uñas, una por una. El médico dice que es normal, que siempre sucede después de una amputación. El enfermo puede notar su mano aunque se la hayan cortado y arrojado al contenedor de desperdicios del hospital.

Mi mujer ha asentido nerviosamente con la cabeza y luego me ha mirado con lástima, con esa mirada de cordero que no soporto. Me he puesto furioso. “Todo esto es culpa tuya, zorra”, pensé, "por haberme pillado la mano con aquella maldita puerta". Después me puse a mirar por la ventana y respondí con monosílabos a sus comentarios durante el resto de la tarde. El cosquilleo no se ha ido en todo el día. Me hubiera gustado rascarme, pero cada vez que levantaba la mano, en su lugar me encontraba con un desagradable muñón.

Es de noche y sigo igual. Cuando no la miro, puedo sentirla. Puedo abrir y cerrar el puño. Puedo hacerle gestos obscenos a mi mujer, que duerme en una silla con su aire de mártir. Chasqueo mis dedos imaginarios y -¡oh, maravilla!- oigo su sonido. Tal vez incluso pueda agarrar algo, si me lo propongo. Mi mirada se posa en una bandeja de instrumentos afilados que alguien ha olvidado en la cama de al lado.

Cojo un bisturí. Sí, lo estoy cogiendo con mi mano derecha. No la veo, pero el bisturí se sostiene en el aire. Miro a mi mujer. Observo el brillo afilado del bisturí. Siento el frío del acero en mis dedos. Sonrío, y lo dejo en la bandeja. Me acerco a mi mujer. Acaricio su barbilla con mi mano derecha y vuelvo a reír. "Esta vez no escaparás", pienso. Y me río al imaginarme las caras de los médicos, mañana. Y el rostro perplejo de los policías.

Mientras la estrangulo, dejo mis huellas bien marcadas en su cuello. Las de mi mano derecha.
Y a ver a quién culpan.

10 comentarios:

Fernando García-Lima dijo...

Muy bueno, aunque esto sí que es violencia de género...

Últimamente matamos a muchas mujeres en los textos tú y yo, ¿no?

Ligia dijo...

Menos mal que es ficción. Muy bueno, Eva. Gracias por visitar mi blog. Un saludo. Ligia

Marc R. Soto dijo...

wow! :-S

Eva dijo...

Fer: Aun así, ese tipo se llevará su merecido, las manos fantasma no son algo que pueda tomarse a broma ;-). En cuanto a nuestros asesinatos literarios, no llevo la cuenta, ¿pero de verdad son tantas mujeres? Mmm, yo creo que he causado bajas a partes iguales en los dos géneros... :-P

Livaex: Gracias, la verdad es que aunque sea ficción sigue siendo desagradable, pero me alegro de que te haya gustado. Y de nada por visitar tu blog, es un placer. ;-)

Marc: ¿Qué pasó? ¿Te asusté? jijiji... ;-)

Anónimo dijo...

Al final enjiciarán al médico por cómplice.
Excelente relato.

El detective amaestrado dijo...

La culpa siempre es de la derecha...

Eva dijo...

Gregorio: Gracias, algún médico a acabará siendo sospechoso, seguro...

Detective: No siempre, pero últimamente casi siempre.

Martha dijo...

Madre mía, qué macabro!! Pero me gusta, mira que me enganchó y tuve que leerlo sin respirar hasta el final.

Anónimo dijo...

Te felicito, en un relato corto muy bueno.
Buen fin de semana.

Eva dijo...

Gracias Marta!! A ver si nos vemos pronto! :-)

Gracias, Algaire, y bienvenido!!